lunes, 8 de enero de 2018

Lo insano de llevar una vida sana

Vamos creciendo y entendiendo. Entendiendo que los años pasan y debemos cuidarnos, ser más prudentes, ir periódicamente al médico, proteger nuestra piel, hacer ejercicio, atender la dieta, dejar el cigarrillo, consumir menos alcohol, estar más con nuestros seres queridos, mantener viva la llama del amor y trabajar en lo que nos gusta.
Ahora bien, haciendo un simple recuento del tiempo y del estrés que nos insume tanta dedicación cabe preguntarnos ¿existe en el planeta alguien que cumpla al pie de la letra con toooodo este mandato o para lograrlo deberíamos pagarnos una estadía en la Isla de la Fantasía, donde lo imposible se volvía alcanzable? ¡Volvé Tattoo!

Arrancar de una vez por todas
Después de tanto tiempo de desidia, el cuerpo acusa recibo y pasa facturas, porque es un buen contribuyente. Contribuye, entre muchas otras cosas, a almacenar adiposidades por toda nuestra anatomía, a acumular arrugas y patas de gallos por ahorrarnos el trabajo de producir colágeno, y a restringir nuestra masa muscular y ósea –y nuestra estatura- para economizarnos vitalidad y autoestima. El muy pícaro debe saber que el ahorro es la base de la fortuna, por lo que debemos sentirnos afortunados si podemos ahorrarnos la amargura de no saber ubicar el lugar exacto de nuestra cintura, si nuestra piel no entró aún en la categoría “papiro” y si no tenemos que hacerle dobladillo a las bermudas para que no se gasten al rozar el piso.
Por todo esto es necesario cambiar nuestros hábitos y ser metódicos y tradicionalistas; y no debe haber nada más tradicionalista que comenzar a cuidarse en la primavera, para llegar con todo al verano… con todo en su lugar. Y ya que estamos respetuosos de las costumbres, podemos empezar el lunes. ¿¿Hoy es lunes?? Cáspita.
Empezamos temprano y nos damos un baño. No tardemos más de 20 minutos para no eliminar el manto hidrolipídico, que es la grasa de la piel, lo cual nos lleva a plantearnos para qué entonces habrá que bañarse. Pero en fin, nos damos la última enjuagada con agua fría para la salud de la dermis y del pelo (no así la de la garganta que nos empezó a picar un poquito) y luego aplicamos crema humectante en todo el cuerpo. Tiempo: 30’
A cuidarse la cara: loción tonificante con movimientos ascendentes, crema humectante con movimientos circulares, crema para el contorno de ojos con pequeños toquecitos y protector solar como venga, que tenemos que desayunar. Tiempo: 10’
En nuestro desayuno sano no pueden faltar los lácteos, las frutas, los cereales y los hidratos de carbono. Según algunos especialistas, los hidratos de carbono y la leche pasteurizada aceleran el Alzheimer y aconsejan reemplazarla por la manteca. Pero la manteca engorda y casi no tiene el calcio que necesitamos para los huesos. ¡Ay, qué dilema! ¿Caminamos derechitos sin acordarnos quiénes somos o mantenemos el cerebro 0 km. joya-nunca-taxi y andamos por la vida obesos y con una prótesis en la cadera? Lo resolvemos en otro momento, que hay que ejercitarse. Tiempo: 30’
Hora de agarrar las mancuernas, la colchonetita  y comenzar la rutina anaeróbica para entrenar y tonificar del mentón para abajo… Qué lento pasa el tiempo a veces… ¿¿Todavía faltan 25 minutos para terminar?? Y nosotros que pensábamos que el cuerpo tiene memoria (definitivamente tendremos que suprimir los lácteos y los hidratos de carbono de la dieta). Tiempo: 30’
¡A caminar se ha dicho! Para completar nuestra preparación física hay que hacer gimnasia aeróbica. Recorrer unos 4 kilómetros diarios es saludable, si no fuera por el dolor insoportable que nos quedó de los malditos ejercicios anteriores. ¿Los calambres que tenemos en el estómago serán por los abdominales o por ingerir nuestro desayuno saludable? ¿El temblor que tenemos en las piernas es normal o vivimos en una zona sísmica y nadie nos avisó nada? Hace más de dos horas que estamos viviendo sanamente, aún debemos arreglarnos para ir a trabajar ¡y ya no damos más! Nos viene a la mente la famosa frase “Prefiero morir de pie a vivir arrodillado” y no podemos dejar de pensar en que moriremos de rodillas acá -porque no podemos levantarnos- a sólo cinco cuadras de nuestra casa, sin poder completar los 3,5 km que nos faltan por caminar. Deberíamos llamar a alguien para que nos venga a buscar-la opción más conveniente sería una ambulancia-  pero no podemos casi hablar porque a esta altura lanzamos fuego por la garganta. Eso sí; el pelo nos quedó divino.
Así que mejor la seguimos en la próxima... si continuamos vivos.

(Publicado en la revista "Ahora más" sept-2014)

Baticelos

Revista "Ahora más" (2013)