Escribo estas páginas mientras atravieso la cuarentena para dejar mi testimonio que espero sea inspirador y ayude a quienes lo necesiten, porque una tiene conciencia social, porque comprendo la importancia que tiene el humor en estos días y, por sobre todas las cosas, porque se me cortó internet y me aburro como una ostra.
Soy una persona positiva por naturaleza pero con esto de estar confinada mi ánimo no es el mismo; voy a tener que estar encerrada con gente a la que veo ocasionalmente y la verdad es que me hubiera gustado estar cerca de mi familia ¡pero no tanto!
Durante la primera semana me dediqué a no hacer nada porque soy una persona de costumbres muy arraigadas, pero luego fui desarrollando distintas habilidades, que dejé registradas:
Día 8: Transformé la heladera vacía en un portazapatos porque no sólo se me achicó la ropa sino que se me agrandaron los pies (dicen que es por el sedentarismo) así que pienso frizarlos (a los zapatos obviamente) porque el frío ablanda el calzado.
Día 10: Voy a la panadería con el barbijo que me hice con un corpiño de taza soft; no lo preciso pero el encaje me da un aspecto glamoroso y además me cubre el bigote a lo Mario Bros que me creció en este tiempo. Lo malo es que parece que había que quitar el alambre del aro y se me incrustó en la cara; por las dudas pasé por la farmacia y me di la antitetánica.
Día 14: Decido cantar para levantar las endorfinas. Salgo al balcón y arranco con el tema del Titanic para deleitar a los vecinos. Quedo gratamente sorprendida, no por los guarangos –la mayoría- que repudiaron mis buenas intenciones sino por la viejita del 2°A que casi me pega en la frente con una maceta de suculentas –vivo en el 5°- lo que me confirmó que ya no tendré que subirle las bolsas de la verdulería.
Día 15: Conseguir papel higiénico resulta complicado así que con ayuda de un tutorial hice uno casero. Como no tenía papel común usé lija: el resultado fue un poderoso exfoliante -no es para pieles sensibles- que pienso registrar cuando termine la cuarentena.
Día 22 - Semana dedicada a la jardinería: terminé de limpiar cada una de las hojas de la enamorada del muro con el pincelito del delineador de ojos y ahora es el turno de cuidar mi aspecto, por lo que empiezo a practicar topiaria (poda ornamental) haciéndome una guarda pampa en las piernas.