lunes, 14 de septiembre de 2020

Por qué los hombres detestan acompañarnos a comprar ropa


 Publicado en la revista Ahora+

Si las mascotas hablaran…

 No sé si fue porque el 29 es el día del animal, o porque en la cena, cuando le estaba entrando a un churrasco con huevo frito mis hijas vegetarianas comenzaron otra vez a torturarme sobre si tomaba conciencia del sufrimiento que había detrás de ese plato (juro que yo no las crié así) o porque vi una película de dibujos animados en donde ya todos sabemos que hasta las esponjas de mar -que no tienen boca- hablan, bailan y cantan (¡es increíble lo bien que afinan!), pero la cuestión es que anoche tuve un sueño muy raro: soñé que las mascotas hablaban de mí… y no en muy buenos términos.

Estaban la perra del vecino de al lado (P) y mi gata (G) tiradas arriba de mi ropa para planchar (si hubiera estado despierta eso no pasa) y de repente la escucho a la perra recriminándole de que siempre le comía su alimento:

P - No entiendo esa manía de robarme la comida, que además de que no tiene sabor a nada es bastante berreta.

G - Si a vos te dieran lo que me dan a mí, hasta pasto comerías.

P - ¡Pero vos comés pasto! Aunque yo creía que te estabas purgando.

G - Naaa! Lo hago para quitarme el mal gusto de la boca.

P - Si le interesaras un poco a tu dueña te daría de comer lo mismo que le da a la familia.

G - ¡¡Me da lo mismo que a su familia!!

P - Esa tipa no quiere a nadie, ¡con razón las hijas viven a ensalada! Ahora comprendo por qué le hacés pis en las zapatillas; yo suponía que era porque no te destacás por tener muchas luces pero ahora entiendo que es por venganza. 

P - Si tengo pocas luces ¡es porque estoy mal alimentada! Y en realidad se las mojo para que no se dé cuenta que aprovecho para llenarle la ropa de pelos cuando se va al alergista (todavía no sabe que es alérgica a los pelos de gato porque le mastiqué el resultado de los análisis, jeje!).

G - Y pensar que por muchísimo menos a mí me castraron…

Me desperté sobresaltada aunque esclarecida: comprendí que mi mascota también me odia, que nadie aprecia mi esfuerzo por alimentar a mis seres amados de manera sana y responsable, y que en cualquier momento salta que lo del alergista es un verso y se avivan de que, toda vez que puedo, me voy a comer afuera. 

Es que definitivamente, a mí el pasto tampoco me gusta.


Publicado en la revista Ahora+